El próximo 6 de mayo habrá unas elecciones que incluso Bruselas se preocupa con el resultado.
La cuna de la democracia debería tener en estas elecciones la mayor
demostración de sus herencias políticas, pero no es lo que aparenta ser. Por lo
menos no esta vez.
Grecia fue uno de los países más afectados por
la crisis económica en la zona euro, y consideraciones económicas a parte,
durante un cierto tiempo ha sufrido un acoso mucho mayor que el destinado
actualmente a España. Grecia hace parte de lo que se está llamando el grupo
PIGS (con un sabor irónico en el juego de palabras), formado por los países
afectados por la crisis, es decir, Portugal, Irlanda, Grecia y España. El hecho
es que los griegos están comportándose de manera peculiar ante todo, y
lógicamente que esto refleja sobremanera en la política.
Es un sentimiento colectivo: los
griegos van a las urnas sin ninguna esperanza en la mejora de sus condiciones
de vida. Además, se espera un 30% de abstencionismo, idea muy presente en los
jóvenes, principal victima del desempleo, dejando a más de la mitad de los que
tienen alrededor de 25 años sin perspectivas.
Si la desafección política está
bastante evidenciada, en el escenario partidista también. El actual partido (el
PASOK - Movimiento Socialista Panhelénico) será claramente punido en las urnas.
Es un resultado evidente incluso cuando se observan los últimos mítines hechos
en el centro de Atenas, con el comercio cerrado por temor a protestas
violentas, y por la escasa cantidad de simpatizantes y militantes. Junto a
esto, considerando que el actual gobierno actúa en coalición con el partido
Nueva Democracia (otro de los 2 principales partidos del país, de
centro-derecha), hace con que los griegos les miren con una desconfianza arriba de la media, pues si los dos antes eran rivales declarados, hoy ambos tienen una
factura a pagar por la situación del país.
Esto abre un espacio importante para
otras opciones políticas con contenido extremista de izquierda o de
derecha (como neonazis, por más absurdo que pueda parecer). Además, en el ya
difícil Parlamento griego la tendencia es que haya aún más fragmentación después de estas elecciones. Son
32 partidos en la disputa del 6 de mayo, ante los 23 que se presentaron en las
elecciones anteriores. Y conforme los últimos sondeos, ya hay 10 nuevos
partidos que pueden lograr un espacio en el Parlamento, frente a los 5 de las
elecciones anteriores. Para complicar un poco más, si antes el PASOK y la Nueva
Democracia lograban los 80 por 100 de los votos, generando una alternancia en el poder desde 1974, ahora se
espera que no logren el 50%.
Un detalle
como mínimo curioso. La campaña electoral ha costado 29 millones de euros,
dinero este ahorrado a través de las medidas de austeridad. Vale recordar que
de este valor, por lo menos la mitad se estima que vinieron de las arcas del
Estado, aunque no hay fiabilidad de datos.
La única previsión que se puede extraer de estas elecciones es quizás la
más obvia: El resultado no agradará a Bruselas, y seguramente habrá una
paralización - aunque temporal - del Parlamento griego, hasta que se
definan las infinitas coaliciones que se generarán.
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