miércoles, 14 de noviembre de 2012

La eterna búsqueda por la igualdad de género: El caso de la Unión Europea

Siempre que nos referimos a la Unión Europea, existe una cierta atmósfera "políticamente correcta" en sus definiciones. Me refiero a que su estructura fue elaborada bajo unos dictámenes muy específicos y que suelen traducir "buenos" valores y principios, como el respeto a la diversidad, la democracia, la igualdad de género, y tantos otros.

No hace mucho que el debate sobre una eventual imposición por parte de la UE de una "cuota femenina" para los consejos de administración ha despertado acaloradas opiniones. Y aunque a dicha idea le falte el respaldo del Parlamento Europeo, la vicepresidenta y comisaria de justicia Viviane Reding ha anunciado la aprobación de un proyecto, que determina un mínimo de 40 por 100 de mujeres en los consejos de las empresas que coticen en los mercados bursátiles.

Dispensaré de momento el debate sobre el encaje jurídico de una norma supranacional de este rango porque pienso que será más interesante exponerlo en el momento de su debate en el Parlamento Europeo, que promete ser un complicado embate. Sin embargo, yo, como mujer, no puedo dejar de hacer una muy breve reflexión.

Según el proyecto, el proceso de selección para el atendimiento del mínimo indicado deberá ser transparente y neutro (para la evaluación de cualificación y experiencia), y en caso de existir unas mismas condiciones entre candidatos de diferentes sexos, la empresa deberá elegir al sexo que esté infrarrepresentado. Por otro lado, el régimen de sanciones para los casos de violación de dicha regla estarán a cargo de los Estados miembros. Dichas sanciones deberán ser efectivas, proporcionadas, y disuasorias, a partir de multas y deuna eventual posibilidad de intervención de un juez en el proceso de selección, para declarar nulos los nombramientos que considere contrarios a la norma.

Merkel y Cameron son declaradamente contrarios a la norma. Ambos entienden que esto debería ser un asunto interno de los Estados miembros, y que dicha norma europea tampoco tendría legalidad. Es sólo una pequeña señal de la oposición que dicho proyecto sufrirá en el Parlamento Europeo.

Aquí dejo la reflexión: ¿puede una norma cambiar un comportamiento, una cultura? Es una difícil tarea...

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